Los Galos supidos no pretenden recuperar su independencia.
Se combate a los Druidas se agitan en vano, el Batavo Civilis, lejos ser observados como un liberador, como un enemigo (70 ap.J.-C.).
Los Galos obedecen voluntariamente en Roma; seducidos por la civilización romana, adoptan fácilmente los hábitos, los gustos, la religión y la lengua misma de sus vencedores; se convierten en los Galorromanos, sirven con valentía en las legiones, en vez de pegarse unos contra otros, y comparten los destinos del Imperio.
Al segundo siglo conocen el cristianismo y lo abarcan con entusiasmo; la conversión está casi completa al cuarto siglo, gracias a saint Hilaire de Poitiers y a saint Martin de Tours.