Enrique IV encuentra Francia en presa al desorden y sin influencia en Europa.
Se arruina a la autoridad real y la unidad del país amenazada: los protestantes aspiran a formar a un Estado independiente; los gobernadores de las provincias se asemejan a pequeños reyes, y las ciudades a Repúblicas.
El rey de España, Philippe II, aliado de los miembros de una liga, quiere aprovecharse de los desordenes de Francia para conquistarlo.
A mejor Enrique IV, de nuestros reyes, va reducida los fanáticos, reconciliarse los moderados, aliviar a los protestantes, super España y a volver finalmente la paz a Francia.
Heredero legítimo de Enrique III, pero odioso a los miembros de una liga, como protestante, emprende la conquista de su reino sobre los miembros de una liga y sobre los Españoles; toma a Dieppe, pega a Mayenne, jefe de la Liga, cerca de Arqueada (1589); lo pega de nuevo a Ivry, cerca de Dreux (1590), y viene a poner la sede delante París, la gran plaza fuerte de la Liga.